Una manta roja sobre el corazón

Yoandy López de la Cruz, Laura B. Pérez Machado

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Resumen

En la práctica quirúrgica es infrecuente la evolución de un hemopericardio más allá de su fase aguda, máxime cuando la mayoría de estas afecciones tienen una causa traumática. De una forma u otra, el cuadro desencadena, generalmente, dos sucesos antagónicos: el paciente fallece por taponamiento cardíaco o es tratado de forma satisfactoria, mediante pericardiocentesis o toracotomía con acceso limitado al mediastino medio. En cualquier caso, toda vez que se logra acceder al espacio pericárdico e inspeccionar el corazón, prácticamente no quedan evidencias remanentes sobre su superficie –excepto quizás el obvio hematoma encontrado en la mesa de Morgagni­– por la reciente acumulación de sangre en su interior. Por estos motivos, no es usual observar –literalmente– en todo su esplendor la repercusión de un hemopericardio «crónico» sobre el corazón de un individuo vivo. La imagen que se presenta muestra la deposición y, presumiblemente, la posterior impregnación de hematíes de la sangre contenida en un derrame pericárdico, sobre el epicardio de un paciente con una posible metástasis tumoral.

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